La puesta en marcha de la escuela mutual de Las Varillas, en la provincia de Córdoba, ha merecido la cobertura de varios portales informativos del sector, incluido éste. La insistencia de la noticia se justifica no sólo en el acto institucional, que de por sí tiene alto impacto, sino en que este hecho de tanta envergadura, deja en clara evidencia los por qué de la defensa a rajatabla de las exenciones impositivas a las organizaciones sin fines de lucro. Lo que no se paga en impuestos, las entidades de la Economía Solidaria lo tienen que volcar a sus asociados y a la comunidad a la que pertenecen, con servicios a donde el Estado no llega. La educación, por supuesto, es uno de ellos.

Hacía 65 años que no se abría una escuela en Las Varillas. En más de medio siglo, la ciudad del departamento San Justo se expandió territorialmente y tuvo un notable incremento demográfico. Cuantitativamente, los establecimientos educativos, no acompañaron ese crecimiento.

Por eso, la Mutual Almafuerte emprendió este camino paciente, durante cinco años, cumpliendo con los requisitos de las autoridades de aplicación, diseñando su proyecto pedagógico, edificando, para luego arribar a la inauguración de una nueva escuela. No es el final del proyecto; por el contrario, es el principio que tendrá que continuar con la apertura de más aulas y más infraestructura para dar apertura a las generaciones que se irán incorporando a la etapa de aprendizaje.

Emir Crivelli, Secretario del Consejo Directivo,  acierta al considerar que éstas son las obras que se pueden hacer con el remanente que deja el servicio de ayuda económica. Vale el ejemplo para algunos funcionarios que confunden –deliberadamente o no- el sistema crediticio mutual con el sector financiero lucrativo. La estigmatización de entidades como “cuevas financieras”. La Mutual Almafuerte ha vivido en carne propia este embate. Sin embargo, en estos tiempos en que el Estado deja la puerta abierta de par en par a la fuga de capitales desde bancos y financieras, la entidad de Las Varillas abre una escuela en su localidad.

Dice Crivelli: “Las escuelas quedaron sin vacantes, y nosotros advertimos esa necesidad. Empezamos con el jardín maternal, y desde ese momento los mismos socios nos fueron llevando a desarrollar el proyecto de una escuela. Hoy, desde el primer grado, los chicos reciben una educación de alto nivel, con fuerte orientación a la práctica deportiva, utilizando las instalaciones del club e incluso recibiendo clases de dos idiomas, inglés y portugués.

“Para atender el establecimiento, en nivel inicial y primario, tenemos una planta de 25 personas entre docentes y no docentes; ese número supera a la cantidad de empleados que tenemos en la mutual. Y aunque iniciamos los trámites para el subsidio provincial, hasta que el organismo oficial lo resuelva, nosotros nos hacemos cargo de la masa salarial, al igual que lo hacemos con la inversión en obras de infraestructura. Creo que este es el potencial del mutualismo; queda demostrado que con esta forma de trabajar, le devolvemos a la comunidad lo que ella misma nos dio”.

El Instituto Privado Almafuerte, se incorpora e interactúa con el grupo que integran la mutual y el club, haciendo que los alumnos accedan a la práctica de todas las disciplinas deportivas de la institución, incluso aprendiendo natación en su pileta climatizada.

La inversión que una mutual hace en educación, tiene altas probabilidades de traducir en el futuro una síntesis de que el modelo asociativo es una alternativa tangible y eficaz para el desarrollo de las personas, en lo individual y en lo colectivo.

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