María Virginia Luppi, Presidenta A.M.D.

Hay un imaginario colectivo que asocia la palabra docente al género femenino.  Será probablemente porque la primera enseñanza –hoy los niveles inicial y primario- han sido y son actividades ejercidas en su gran mayoría por mujeres.

No resulta para nada extraño entonces, que la Asociación Mutualista del Docente de Córdoba, con  un padrón que registra cerca de 16 mil asociados, más del 80 % de ellos sean mujeres. En el presente, vemos que la conducción de algunas mutuales está en manos femeninas, y que las Comisiones creadas y fomentadas desde FEMUCOR y de CAM, permiten abrir caminos que ya se transitan, aunque aún quede mucho por andar. Pero en la Mutual del Docente, desde 1994 la titularidad es desempeñada por una mujer, y acompañada mayoritariamente por pares del mismo género en la Junta Directiva.

María Virginia Luppi ejerce la presidencia desde 2010, cuando fue electa por primera vez y ya está lista para llegar al final de su último mandato.  Se acercó al mutualismo cumpliendo funciones como Delegada Zonal en Alta Gracia, y desde el año 2000, aceptó incorporarse como dirigente en la sede central de Córdoba.

En una semana cargada de actos, eventos y conmemoraciones por el Día Internacional de la Mujer, María Virginia deja parte de sus miradas sobre el tema, desde su propia experiencia, como militante, como dirigente y como mujer.

“A mí me tocó actuar en roles simultáneos, en la docencia, en la política y en lo social. Quizás tenga que ver con la formación docente, lo cierto es que desde mis 18 años he participado bajo condiciones muy duras, en tiempos cuando no había democracia, cuando en los jardines de infantes no se podían usar algunos libros que eran fundamentales  para enriquecer la vida de los niños en formación. Por eso, entendí que tenía que aportar mi grano de arena para el retorno del cauce institucional, y lo hice con pasión, con alma.

“A doce generaciones les enseñé a leer y a escribir; es decir, les di los fundamentos básicos para que se enfrenten a este mundo. Esa tarea fue una manera de participar activamente en el desarrollo de otras personas.

“Estoy convencida que las mujeres debemos todos los días ser conductoras, emprendedoras y solidarias. Sé que es difícil para una mujer participar, en cualquier estamento que elija, pero hay que insistir en enseñar la ética de la solidaridad, el esfuerzo y el trabajo. Muchas veces me he sentido vencida, pero hay que seguir apostando a los sueños y a las utopías.  

“En todos estos años he visto un progreso en el rol de la mujer en la sociedad; siempre vamos avanzando y probablemente dentro de cien años las futuras generaciones vean este proceso actual como una anécdota.

“Creo que es fundamental que la mujer ocupe espacios; no por ser mejor, sino porque la mirada es distinta”.

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