“Sr. Presidente de mutual Belgrano Oscar Mansilla, le agradecemos los alumnos de la escuela Gral. José de San Martín por ayudarnos en esta campaña para poder comprar el freezer tan deseado, te damos las gracias por donarnos los 50 pollos, por prestarnos el club, por prestarnos los asadores e instalaciones. Te damos las gracias de todo corazón y te deseamos lo mejor”.
Así se lee una de las cartas que firman “todos los alumnos de la escuela Gral. San Martín de Lomas del Trozo”, que tuvo como destinataria la Mutual del Club Sportivo Belgrano de La Para.
Lomas del Trozo es una colonia a 15 kilómetros hacia el norte de La Para, cerca de las costas del Mar de Ansenuza. Su paisaje está circundado por calles de tierra, con horizontes de campo y monte, alejado de centros urbanos y donde el confort sólo puede verse a través de la televisión –para quien lo tenga- o de láminas de revistas; como una noción abstracta que sólo se aloja en el imaginario.
En el medio del silencio y de la soledad, irrumpen los sonidos de la escuela rural José de San Martín, a donde diariamente asisten un puñado de niñas y niños para vivir la experiencia de la instrucción en los niveles inicial y primario; cada uno de ellos con sus realidades y sus sueños a cuestas.
En ese establecimiento, los chicos y sus docentes reciben el PAICOR, y por supuesto, para cocinar se necesita almacenar los insumos y la comida. Pero el freezer se averió, y su reemplazo quedó enmarañado en burocracias. La directora Ana Laino, acompañada por docentes, auxiliares y padres, comenzó a articular acciones para la rápida solución al problema.
La encontró en la Mutual del Sportivo de La Para. Desde allí surgió la idea para organizar la venta de pollos asados como medio para recaudar los fondos necesarios. El presidente de la organización, Oscar Mansilla, el Consejo Directivo y el personal, dispusieron los medios, articularon los recursos, y acompañaron con la provisión de los pollos, los asadores del club y las instalaciones para la organización, cocina y venta. El resultado fue el imaginado: la obtención de los fondos que permitieron la compra de un nuevo freezer.
No se trata de cuantificar el aporte de la mutual a la escuela rural; sino del valor de la imaginación y el hecho de permitir que los pibes de la escuela de Lomas del Trozo, sigan recibiendo sus raciones de alimento diariamente. Es decir, poner las cosas en su lugar.
El episodio sucedido en un paraje perdido hasta de los mapas, es otro de los tantos que ocurren en los puntos más recónditos del país, donde siempre está al alcance de la mano alguna organización de la Economía Social y Solidaria. No se espera que funcionarios de las más altas esferas del poder público vayan a ver cómo es la vida cotidiana de las tantas Lomas del Trozo que hay diseminadas por todo el territorio de la nación. Pero sí se puede esperar que se entienda (literalmente) que el sector desarrolla una red de contención social, y la cooperativa o la mutual de cada pueblo, está cerca de la gente y conoce lo que le pasa a cada uno de sus vecinos. No es aleatorio que la escuela rural haya acudido a la mutual del pueblo más próximo. Supieron a dónde acudir.