José Frattini

La incorporación de mutuales y cooperativas a la agenda pública durante los últimos tres años -2017, 2018 y 2019- no fue todo lo virtuoso que algunos podía esperar. El sector fue de pronto reconocido como actor social, pero no precisamente por su aporte al desarrollo, sino por su potencial aporte tributario a través del impuesto a las ganancias. La historia ya se sabe de memoria: desde una ley específica a la insólita incorporación al Presupuesto Nacional.

Cuando durante la sobremesa de una cena protocolar en Rosario, un puñado de dirigentes aventuró la idea de un acto para el 12 de octubre en Córdoba, le estaban poniendo al Gobierno Nacional y al Congreso, una advertencia de que el movimiento mutual no iba a quedar en actitud pasiva. Marcar la cancha, como quien dice.

Eso no lo consideró casi ningún funcionario, posiblemente subestimando al sector. Pero lo cierto es que se pudo torcer el rumbo, poniendo claridad ante las vacilaciones de muchos diputados, enredados entre el acatamiento orgánico a sus espacios políticos y la puesta en juego de sus propias figuras personales.

Si algo bueno se rescata de esos tiempos furiosos, es que lo que se pensaba que podía ser un proceso de desgaste y agotamiento, dejó como saldo el fortalecimiento puertas adentro de las entidades organizadas, al menos de aquellas que se sienten integradas a la órbita de la Confederación Argentina de Mutualidades.

Los pedidos de audiencias, las esperas eternas en los pasillos del anexo a la Cámara de Diputados, las conversaciones apuradas con legisladores que tenían poco tiempo, muchas de ellas de pie, el pronto despacho de funcionarios en la Casa Rosada que anunciaban desde el inicio la posición oficial de “negociación cero”, le dieron a la dirigencia la posibilidad de mostrar toda su capacidad de gestión y bajarla a las organizaciones de base, dando una señal de cohesión sólida.

La experiencia acumulada en pocos meses de 2017, allanó el camino para el año siguiente, cuando, intentando dar un rodeo, se hizo un nuevo intento en la pretensión impositiva. La aberración jurídica de incorporar el tema en el Presupuesto, encontró nuevamente la oposición del sector.

Es justo recordar, que no todo fue por obra y arte de los CEOS de la casa de gobierno. Es cierto que el diseño es de su autoría, pero calzaron la idea con una adenda al Pacto Fiscal, que en el caso de Córdoba, el gobernador no titubeó en rubricar.

No debe extrañar que el Gobierno de la Provincia haya dado un aval a la pretensión. Desde hace décadas, las mutuales tributan Ingresos Brutos, sin que nadie pueda explicar el basamento para pasar por alto la ley y la misma Constitución. Igual pasa con el Fondo Cooperativo, coparticipado con las provincias, destinado al fomento de las organizaciones y a la creación de nuevas cooperativas, y que sin embargo pasan a engrosar las arcas de rentas generales de la provincia, desestimando la finalidad de esos fondos. En paralelo, la Provincia otorgaba jugosos beneficios impositivos a las empresas Flybondi y Norwegian: la mitad de IIBB + no pago de impuesto a los sellos + suspensión del impuesto inmobiliario + subsidios por capacitación y contratación de personal. El aporte de las low cost al desarrollo económico y social ha sido invaluable, porque decepcionados por la baja rentabilidad, desmantelaron sus bases y se alejaron de Córdoba. Para muestra basta un botón.

Este portal aguarda todavía pacientemente la respuesta del Ministro de Finanzas cordobés, ante la solicitud formal para una entrevista que le permita explicar las razones para el cobro del tributo. La única voz oficial fue la sentencia de su Secretario de Ingresos Públicos, quien asegura que si prestan plata (las mutuales) y cobran interés, hacen lucro (Prensa Con Opinión, “IIBB el impuesto no explicado”, 16/08/18).

Ante la postura del Gobierno Nacional, el mejor resultado fue la fortaleza y unidad del mutualismo. La consigna fue en todo momento, sostener la naturaleza jurídica. Pero también hay que recordar que existe una naturaleza dogmática: las organizaciones asociativas, tienen un principio y un fin en la ayuda mutua. Y frente a la oleada individualista, no hay mejor oposición que el acto solidario. Será de mucha utilidad no olvidar que los modelos que priorizan las reglas del mercado como solución a todos los males, nunca se puede llevar bien con la autogestión de la Economía Solidaria.

Y sí, pasó mucha agua bajo el puente. La fotografía que precede a este texto sintetiza el antes y el después. La entidad más poderosa del mutualismo argentino ofreció su sede para este cuadro. La dirigencia sabe que no importan los nombres, sino los modos en que el sector puede ser incorporado o desplazado de la escena pública. En este momento, los mutualistas piensan que la tormenta ya pasó.

 

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