Un minucioso artículo de revisionismo histórico sobre entidades mutuales, publicado en la revista Todo es Historia en el año 2005, resulta interesante rescatar en momentos en los cuales el sistema sanitario en su conjunto está siendo el centro de atención pública.
El estudio fue redactado por el médico e historiador –ya desaparecido- Federico Pérgola, y lleva por título “El mutualismo en Argentina y su incidencia en la salud social”.
El autor asegura que las primeras asociaciones con características de ayuda mutua, surgieron en la segunda mitad del siglo 19, a partir de la necesidad de fundar hospitales por parte de grupos de inmigrantes para uso de sus connacionales, discriminados por el sistema de salud pública y privada por varias razones, entre ellas, el idioma. En paralelo, y contemporáneo a esas entidades, también se fueron desarrollando organizaciones en el mismo sentido, pero de origen gremial, como fue la Sociedad de Socorros Mutuos San Crispín, que inauguró su propio centro de salud en 1856, destinado a atender a los trabajadores del calzado.
Aunque la mayoría de los sindicatos fueron creados también por inmigrantes, Federico Pérgola establece una distinción entre asociaciones de ayuda mutua gremial y la propia de colectividades. Afirma que a pesar de sus intenciones, las agrupaciones de trabajadores tenían ocupaciones más urgentes que atender, debiendo abocarse a acciones contestatarias ante los abusos y las duras condiciones de trabajo impuestas por los patrones. Igualmente hace una distinción de mutuales y sociedades de beneficencia, dado que el origen de los fondos de aquéllas estuvo en el aporte de sus miembros, mientras que en las segundas, dependían de donativos.
La participación de las mutuales en la asistencia sanitaria, fue de tan alto valor, que superó la cobertura hacia sus propios asociados, poniendo sus instalaciones a disposición de los gobiernos nacionales en casos críticos de epidemias como el cólera y la fiebre amarilla, y la atención de enfermos y heridos en la guerra contra Paraguay.
El autor del artículo destaca que los primeros hospitales creados por mutuales, tuvieron su origen en las colectividades de alemanes e ingleses, en tiempos de la llamada Organización Nacional. En años posteriores, fueron surgiendo el Hospital de Unione e Benevolenza, el de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, el Hospital Español, y, ya en el siglo 20 el Hospital Israelita y el de la Asociación Sirio Libanesa.
En la publicación también se aportan datos que le dan marco a la importancia que fueron cobrando las entidades en la vida de la comunidad. Así rescata que en 1875, se contabilizaba la existencia de 74 mutuales, distribuidas territorialmente en provincia de Buenos Aires (27); Santa Fe (19); Capital Federal (12); Entre Ríos (9); Córdoba (6), y Tucumán (1). De ese total, 49 eran de origen de colectividades y 25 gremiales.
Treinta y cinco años más tarde, en 1910, el número de entidades había crecido a 659 en todo el país, prestando servicios a algo más de 200 mil asociados.
Para 1920, había estadísticas más certeras aun, aunque acotadas al ámbito de la ciudad de Buenos Aires, gracias a un censo ordenado por el Departamento de Trabajo. Sólo en ese distrito, 51 mutuales atendían a 120.378 asociados, y en conjunto sumaban un capital de 2.795.484 pesos moneda nacional, a lo que había que agregar otros 8 millones por patrimonio, compuesto por sedes sociales, panteones, establecimientos de sanidad y alquiler de inmuebles.
Finalmente, vale destacar del artículo de Pérgola, la referencia a la distribución de los ingresos que efectuaban esas mutuales de Buenos Aires: 46,5% a asistencia médica y farmacéutica; 24,1% a gastos de administración, y 9% destinado a subsidios de distinto tipo a los asociados.
Extraído del artículo “El mutualismo en Argentina y su incidencia en la salud social”, de Federico Pérgola. Publicado en la revista TODO ES HISTORIA, N° 450, enero 2005, páginas 46 a 52.
