Escribe Alberto Chichilnitzky (*)

¿Quién no escuchó alguna vez en su vida caminando por una calle céntrica el voceo de estas palabras? A plena luz del día y sin ninguna inhibición, los llamados “arbolitos” publicitan su mercadería asegurando que nos pueden ofrecer los mejores precios de compra o venta según sea la operación que queramos realizar. Si no fuera porque se está publicitando una actividad ilegal hasta podríamos decir que nos pueden caer simpáticos.

Sin embargo, la presencia de estos personajes nos recuerda permanentemente que en nuestro querido país tenemos un síndrome bimonetario que hace que hasta los más humildes, en algún momento, piensen en dólares. Este comportamiento no es casual sino que encuentra su origen allá y entonces cuando en 1975 vivimos el primero de los grandes hechos traumáticos cual fue el denominado “Rodrigazo”, que en pocos días produjo un profundo deterioro económico que se reflejó en un brutal aumento de los precios, un fuerte deterioro de los salarios y una recesión muy profunda. Varios hechos de este tipo se sucedieron a lo largo de los años y de esa manera se creó un comportamiento defensivo que llevó a la población a resguardar sus ahorros en moneda dura.

Esto es entendible pero… ¿cómo se puede entender que en pocos días el valor del dólar haya subido al punto de crear una brecha que en un momento determinado se situó en más del 100 % en relación al dólar oficial? Y de esto es de lo que queremos hablar en este artículo. Tal vez alguien se pregunte el porqué del abordaje de este tema, y la razón es sencilla: todos nosotros tomamos decisiones con impacto económico y financiero tanto en las Entidades en las que desarrollamos nuestra tarea como en nuestras finanzas personales. El tema es que esas decisones la tomamos fundamentalmente en base al contexto que nos rodea y, fundamentalmente, en la información que consumimos en los medios de información.

Así las cosas seguramente un primer impulso que podemos sentir es tratar de dolarizar nuestras tenencias a toda costa y seguramente, con mucho costo. Y es aquí donde queremos detenernos a reflexionar sobre la naturaleza de nuestro mercado cambiario. El mercado de cambios argentino se caracteriza por su tamaño pequeño y por la concentración del grueso del volumen diario operado en pocos grandes jugadores del mercado. Este grado de concentración lleva a que con muy poco volumen se puedan conseguir grandes variaciones del valor de la verde divisa.

Lo antedicho puede analizarse en detalle a la luz del reciente informe publicado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), denominado “Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos 2015 -2019”; documento elaborado en base a los datos de comercio exterior y cambios que el BCRA recopila de las Entidades Financieras y Cambiarias y de datos del mercado. En este informe se puede leer que a lo largo del período analizado “la formación de activos externos (FAE) de los residentes (coloquialmente llamada “fuga de capitales”) se triplicó, superando los USD 86.000 millones. Aún durante la primera fase de auge e ingreso de capitales, la formación de activos externos de los residentes alcanzó los USD 41.100 millones. En la etapa de aceleración de salida de capitales, a partir de mayo de 2018, la FAE alcanzó los USD 45.100 millones”.

En el mismo texto se explica que “La fuga de capitales presenta en el período una notable concentración en unos pocos actores económicos. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por USD 24.679 millones. Por su parte, la FAE de los 10 principales compradores explica USD 7.945 millones. Al diferenciar entre personas humanas y personas jurídicas, se observa que apenas el 1% de las empresas que realizaron compras netas, adquirió USD 41.124 millones en concepto de formación de activos externos. En el caso de las personas humanas, tan sólo el 1% de los compradores acumuló USD 16.200 millones en compras netas durante el período.”

Con lo cual se puede apreciar fácilmente que este grado de concentración permite influir sensiblemente sobre los precios de mercado y, cuando aparecen las regulaciones, se empiezan a escuchar referencias de cotización del “contado con liqui” y del “dólar MEP” cuando en realidad mucha gente ignora de qué tipo de instrumentos estamos hablando.

El contado con liquidación es una operación por la cual una persona o empresa puede comprar títulos en dólares pagando pesos para luego transferirlos a cuentas del exterior y venderlos en dólares. El dólar MEP es similar pero a diferencia del anterior se compra el título en pesos y se lo vende en el mercado argentino en dólares, logrando de este modo dolarizar la tenencia sin el límite vigente en el mercado de cambios.

Ha sido tal el movimiento especulativo de estas últimas semanas que tanto el BCRA como la Comisión Nacional de Valores han tomado resoluciones para frenar esta operatoria dentro del marco legal y regulatorio. En efecto, el BCRA ha limitado el acceso al crédito para quienes hagan operaciones de contado con liquidación y la CNV ha exigido un plazo mínimo de tenencia de los títulos antes de su liquidación de modo tal de que el inversor corra el riesgo cambiario de una eventual devaluación que le impida liquidar sus tenencias en el momento adecuado.

Va de suyo que podríamos escribir mucho sobre este tipo de maniobras, pero en realidad nuestra intención al publicar este texto es que los lectores al momento de tomar una decisión económica o financiera, reflexionen sobre estos bruscos movimientos del mercado, que en realidad no obedecen a una práctica libre sino que más bien responden a determinados intereses muy concentrados, cuyos objetivos en muchas oportunidades, no condicen con los que tenemos quienes estamos insertos en la Economía Social y Solidaria.

(*) Docente en la Diplomatura en Administración Financiera para Mutuales. Capacitador, auditor y asesor de entidades financieras.

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