Con una promoción desde el Estado, las instituciones que desarrollan la economía solidaria pueden encontrar en este tiempo crítico las oportunidades para consolidar y extender sus formas de convivencia.

Así lo entiende Eduardo Ingaramo, quien a través de sus columnas de opinión, postula que las condiciones actuales se presentan como oportunidad para que las entidades asociativas construyan nuevos escenarios.

¿El mejor de los mundos?

Escribe Eduardo Ingaramo (*)

¿Existe? ¿Es posible? ¿Es probable? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? Sería un lugar donde reina la responsabilidad y cooperación, donde los intereses particulares confluyen en los comunes y donde se cumplen las normas y los miembros asumen sus roles y son reconocidos por los demás.

En el movimiento de la Economía Social y Solidaria (ESS) hay una posibilidad por un contexto favorable y algunas definiciones claves. Por lo que se puede lograr si a esas ideas se le suman sistemas, herramientas, procedimientos y actitudes, que lo reproduzcan y generen un proceso de mejora permanente.

El INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) es un perro verde en la administración pública. En su directorio participan las entidades cooperativas y mutuales (4 miembros) y del Estado (3 miembros incluido su Presidente), aunque por décadas fue un botín político o con representaciones sectoriales débiles.

Al inicio de esta administración el ya fallecido Mario Cafiero, logró que el INAES pase de depender de Desarrollo Social al Ministerio de la Producción, en un cambio conceptual desde el asistencialismo hacia la generación de riqueza y producción.

Además convocó como vocales por las instituciones del movimiento a los más importantes representantes de cooperativas y mutuales, por lo que en base a la confianza mutua hoy el instituto tiene la mayor capacidad de transformación posible, en un modelo de gobernanza único.

Junto a ellos convocó a las Mesas de Asociativismo y la Economía Social y a Comisiones técnicas, puso a disposición un Banco de Proyectos y con el Consejo Asesor y los entes provinciales, constituyen un base organizacional amplia en que cada uno desde sus roles integra el Movimiento de la Economía Social y Solidaria llamado a transformar, en un tiempo de transformaciones.

«la crisis pandémica hizo posible que actores de diversos sectores sociales tengan la misma capacidad de participar»

Para que eso –diseñado en la pre pandemia- fuera posible, la rápida y profunda crisis pandémica, no solo no fue un problema, sino que hizo posible que actores de los más diversos sectores sociales y económicos, de toda la geografía nacional tengan (casi) la misma capacidad de participar, escuchar y ser escuchados, sin el límite que implicaba el costo y tiempo de desplazamiento que terminaban concentrando las representaciones.

Asimismo en la actual administración, los movimientos sociales convencidos que más allá de la coyuntura pandémica, solo el trabajo –y no la simple asistencia-, la transparencia y la integración han aportado al actual presidente y se han hecho parte del movimiento que un ámbito de gran diversidad, que puede aportar a muchos ciudadanos necesitados de contención, trabajo, defensa de derechos y organización que les permita asumir responsabilidades en construcciones colectivas.

Para ello, los sistemas y herramientas en proceso de implementación, serán el soporte burocrático, que pongan en práctica la incorporación efectiva de todos los agentes de las administraciones públicas.

Es que en el Estado argentino, buenas ideas han naufragado y vuelto ineficaces por la no incorporación de los funcionarios que pongan en marcha los sistemas de información que impidan convertirlo en un Estado presente o ausente, pero siempre bobo.

Ellos deberán contar además con herramientas de análisis, capacidad de procesamiento y procedimientos que como las costumbres personales institucionalicen el cambio de las organizaciones

«un cambio de modelo sólo es posible si se diseñan políticas segmentadas en forma compartida»

Es que un cambio transformador de un modelo que integre nuevas variables –generación de riqueza y trabajo, sostenibilidad social y ambiental, integración institucional y social, etc.- sólo es posible si se les permite diseñar políticas segmentadas elaboradas en forma compartida, que aumenten la eficiencia y eficacia del Estado y las conviertan en normas efectivas –que se cumplen- y con adhesión a los principios de la cooperación, iniciando un proceso de mejoramiento continuo.

Sin caer en la ingenuidad que INAES se trata de una isla, ni que no habrá conflictos generados por intereses sectoriales o personales solo superables por el bien común, en donde todos formen parte de una cadena –no ya una pirámide jerárquica- en donde ningún eslabón es más importante que otro, y recibe los insumos necesarios –información, formación, etc.- y entrega lo producido con la mejor calidad y transparencia para servir a quienes siguen en ella.

El desarrollo así planteado podrá comenzar a acumular capitales simbólicos y reales, gradualmente y en forma planificada, para convertirse en un ciclo virtuoso –tal como lo planteó CEPAL hace más de dos décadas- de gobernanza, en donde mandatarios, funcionarios, ciudadanos y sus organizaciones, asuman una responsabilidad compartida con roles bien diferenciados.

Como en toda crisis, podemos quedarnos en el “no se puede” o convertirla en oportunidad. El “no” ya lo tenemos si no hacemos nada, por lo que comprometernos en esta tarea solo puede producir ganancias compartidas.

(*) Investigador y Presidente de la Comisión Asesora de Organizaciones Sociales en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba. 

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