Días atrás, el analista en temas de Economía Social y Solidaria, Eduardo Ingaramo, publicó en el matutino Hoy Día Córdoba, una columna de opinión donde ubicó a las organizaciones asociativas como actores esenciales para enderezar el enorme desequilibrio que se registra en los mercados de producción y consumo.

“En un país con larga historia de organizaciones sociales –afirma Ingaramo-, la sociedad sigue intentando mecanismos de autogestión de trabajadores y consumidores cada vez que existe una necesidad que pueda ser satisfecha de ese modo asociativo”.

Y explica que “desde el Prosumo (un concepto que implica producción para autoconsumo) que planteó Alvin Toffler para cosas tales como la generación distribuida de energía o la autoconstrucción de viviendas, hasta las formas de organización social más complejas, como el cooperativismo y mutualismo, son acosadas, ignoradas, invisibilizadas o desacreditadas, a sabiendas que ellas pueden competir con éxito ante las empresas lucrativas”.

En otro párrafo de su columna, el analista remata diciendo que hay “un contrasentido en los reclamos empresarios concentrados liberales, neoliberales o libertarios que reclaman competencia, pero persiguen a quienes son sus competidores más eficientes y eficaces”.

A partir de estas definiciones, Ingaramo, quien también preside la Comisión de Organizaciones Sociales en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, amplió sus aseveraciones ante el requerimiento de este portal.

“Cuando no se pueden controlar los precios, hay que controlar a los mercados. ¿Cómo?, hay varios caminos; uno de ellos es incorporando a la cadena de distribución a las entidades solidarias que le puedan romper el negocio a quienes aumentan los precios de manera indiscriminada e injustificada. Precisamente las organizaciones como mutuales y cooperativas tienen las herramientas para acercar la producción al consumo directo.

“El sector tiene la capacidad para reordenar los mercados, romper la concentración y los oligopolios. Para eso se necesitan acuerdos en red entre las instituciones, que favorezcan la capacidad de compra, ampliar la logística y tener financiamiento.

“Los países con mejor calidad de vida, se caracterizan por tener una alta participación ciudadana en distintos ámbitos de las organizaciones sociales. En nuestro país tuvimos experiencias notables, por lo que creo que es posible recuperar aquella mística de las cooperativas de consumo”.

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