A partir del logro deportivo de la selección argentina de fútbol, se filtró en medio de la algarabía, un tema que alcanzó exposición pública. Desde algunos espacios se empezó a hablar del impacto de los clubes de barrio y de localidades del interior profundo, como ámbitos donde pueden practicar jóvenes con aspiración deportiva y en muchos casos, emerger como talentos en diversas disciplinas.

El tema no es nuevo, pero los acontecimientos de diciembre en Catar, dan lugar a un reconocimiento no siempre valorizado a esas instituciones que cumplen la feliz misión de contención, esparcimiento y desarrollo de las comunidades más pequeñas.

Esos clubes, que suelen tener instalaciones y patrimonios erigidos desde la imaginación y el esfuerzo colectivo, arrastran desde hace décadas dificultades desproporcionadas para sostenerse y seguir siendo bastiones en los pueblos y barrios de las urbes.

Tuvo que aparecer la gestión mutualista para que, en las localidades del interior, los clubes tuvieran la posibilidad de recuperar su esplendor, a través del instrumento de la institución mutual que, por su naturaleza y características, puede generar recursos para volcarlos a las asociaciones deportivas, y garantizar la continuidad de sus prestaciones.

Así es el caso del club Bell, en la sureña ciudad cordobesa de Bell Ville. La institución deportiva, respaldada por el apoyo de la mutual generada desde su misma entraña, puede brindar a pleno sus instalaciones destinadas al deporte, la recreación, el esparcimiento, la cultura y el encuentro comunitario.

No sólo se habla de recuperación, sino también de crecimiento y expansión.

Fue un desafío y un aporte social más para el Club, la creación del Instituto Superior de Educación Física, en cuya sede se dicta un profesorado para esa asignatura, colmando las expectativas y demandas de jóvenes bellvillenses.

Con la disponibilidad de todas las instalaciones apropiadas, los estudiantes cursan la carrera de cuatro años de duración, al cabo de los cuales, obtienen el título docente con validez nacional. Las autoridades del club, celebraron recientemente el egreso de la primera camada de alumnos, casi en simultáneo con la finalización de los trámites de adscripción en el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, y la validación como institución oferente ante la Red de Formación Docente Continua bajo la órbita de la misma cartera. Esta instancia le permite al Instituto de Educación Física, abrirse al dictado de capacitaciones con puntaje para los educadores en ejercicio y para quienes están en vísperas de hacerlo. También, a través de un convenio con la Universidad del Gran Rosario, los egresados del profesorado pueden cursar la Licenciatura en Actividad Física en esa casa de estudios.

El avance territorial también es una propuesta del establecimiento educativo. Durante el pasado año se dictaron un curso de monitor deportivo y un instructorado en entrenamiento, actividad física y salud, en las ciudades vecinas de Marcos Juárez, Leones y Justiniano Posse.

No es casual que otros clubes hayan empezado a explorar a la mutualidad como herramienta idónea para sostener a las instituciones. De hecho, es un tema abordado en distintos ciclos de charlas y capacitaciones que promueven las entidades de segundo y tercer grado del sector.

La integración de estas organizaciones, con administraciones comprometidas, invariablemente desembocan en la consolidación de los lazos comunitarios y en el arraigo de las nuevas generaciones. Son muchos los modelos por conocer en todo el territorio del país. El Club Bell y su mutual de asociados, es un caso testigo de la potencialidad asociativa.

La creación de un profesorado fortalece la inserción de las instituciones con su población.

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