La biblioteca de la Mutual del Docente de Córdoba cumplió cuarenta años. Si bien la entidad disponía de libros desde varios años atrás, fue en 1984 cuando empezó a funcionar de manera sistematizada.
Como suele ocurrir con las mutuales que prestan servicios culturales, esta es una prestación de alta demanda, que se mantiene presente aun cuando no tenga ningún rédito económico.
Analía López es quien está a cargo de la biblioteca, y evoca los primeros tiempos, cuando se incorporó a la entidad acompañando la tarea que llevaba adelante Mafalda Echenique, primera organizadora de este espacio: “Aquí empecé mi trabajo en la mutual; después de unos años, pasé a desempeñarme en otras áreas, hasta que en 2022 retomé la tarea en la biblioteca. Para mí fue un retorno al primer lugar; después de casi cuatro décadas era reencontrarme con el espacio donde encontré muchas satisfacciones”.
Para Analía López, las restricciones que impuso la pandemia, marcaron un antes y un después: “A partir de 2020 hubo que restringir el acceso al público, y la biblioteca se mantuvo cerrada. Luego, cuando la Junta Directiva resolvió la reapertura, me designó para llevar adelante la reorganización y la puesta en funciones nuevamente. Las asociadas celebraron este hecho como un acontecimiento; para un lector, no hay nada mejor que estar en contacto con los libros y recorrer sus estanterías. Además, en mi caso, a esta tarea la hago con sentimiento y vocación, tratando de acompañar de la mejor manera este servicio tan valorado por la comunidad de la mutual”.
Los números dan evidencia del interés de las y los lectores. La biblioteca alberga 14 mil volúmenes, que incluyen literatura en general y textos de uso pedagógico. En 2023, se efectuaron 1.338 préstamos, lo que significó un 65% más que los registrados en el año anterior. Y algo similar ocurrió con las visitas, que pasaron de 443 en 2022, a 669 durante el periodo 2023.
Pero la biblioteca no es sólo un proceso de consulta y préstamo de textos. También ha generado la creación de otro espacio de divulgación, como es el club de lectores. Se trata de un grupo de asociadas que surgió espontáneamente, a partir de una afinidad por la lectura. Es así que le dieron entidad, nominándose como Club Catalejo.
Sus integrantes mantienen encuentros periódicos, y se trazaron como objetivos, el fomento de la lectura, el comentario y debate, y la asistencia grupal a las presentaciones de nuevos libros.
La biblioteca de la Mutual del Docente atiende de lunes a viernes en la sede central de la ciudad de Córdoba, y también se sostienen espacios similares en las delegaciones del interior.
Hoy las dificultades arrecian, lo que impide a la entidad repetir la compra de libros que se venía haciendo regularmente. No obstante, el ingenio para la búsqueda de recursos podría encontrar una fuente que tiene su origen en la economía circular. La Junta Directiva está analizando la posibilidad de vender el papel en desuso que se ha utilizado en las distintas áreas de la mutual, y con eso obtener fondos frescos que se destinarían a la compra de nuevos ejemplares.
Mientras tanto, el flujo de libros se sostiene con algunas donaciones que provienen generalmente del mismo núcleo de asociados.
El despliegue de acciones y espacios culturales, son parte de la concepción humanista de la mutualidad. El rédito en todo caso, está en el nivel de recepción que tiene el público ante un servicio que satisface otro tipo de necesidades de sus asociados.