Niños con sus padres y docentes, en un proyecto innovador de la enseñanza

Se dice que la figura de mutual, en Argentina, es la más adecuada para los grupos de personas que buscan organizarse con el objeto de desarrollar multiplicidad de servicios. Pero no son muchos los casos en que se adopta esta forma jurídica con la finalidad de brindar un servicio educativo, y menos aún como proyecto institucional de gestión social.

Este fue el sueño de un grupo de educadores y familias, que terminaron plasmando lo que hoy es la Escuela La Semilla, en la ciudad de La Falda, en el corazón del Valle de Punilla cordobés.

Durante casi diez años, un colectivo de personas preocupadas y ocupadas en la búsqueda de alternativas educativas, deambularon por ámbitos oficiales y visualizaron experiencias consolidadas, en la búsqueda de asegurar una propuesta educativa diferenciada de la tradicional.

Hasta que en 2013, concluyeron en que la figura de asociación mutual era la más atinada para transitar un proyecto de autogestión, enmarcando su escuela como de Gestión Social.

Hoy, más de cien niños entre los dos y los doce años, reciben su enseñanza, distribuidos en ocho grupos que son equivalentes a lo que en la educación tradicional se llama niveles inicial y primario. Desde el año pasado, hay lista de espera para matricularse. No sólo es una cuestión de capacidad edilicia, sino también de proyecto pedagógico. Cada grupo, no supera los doce alumnos.

Paula Aroca, una de las Coordinadoras de la institución (en este tipo de escuelas no hay rol de director), define los lineamientos generales de esta forma de escuela: “Fue un anhelo por abrir un espacio educativo alternativo, diferente a lo tradicional en algunos aspectos. Aunque creemos que deben existir distintas propuestas, para que las familias puedan elegir en función de sus ideas, sus objetivos, lo que buscan para sus hijos. El principal rasgo de estas escuelas de Gestión Social, es que surgen desde la misma necesidad de la comunidad, de las organizaciones sociales. Acá la conducción es horizontal y colegiada; no hay estructura vertical como en la escuela tradicional. Tenemos asambleas todos los días, de la que participan los docentes, los alumnos, los padres. Esto no está planteado como una empresa educativa, con la lógica del mercado, por eso nuestra escuela no puede ser encuadrada como de gestión privada. Estamos dentro de la Economía Solidaria, por lo que no tenemos una cuota mensual. A cada familia que quiere que su hijo se eduque en este espacio, le planteamos un aporte solidario no excluyente; se trata de un valor  sugerido, que cada uno podrá o no alcanzarlo, pero no es un requisito, nadie queda afuera por esto. La idea es el compromiso de participación de toda la comunidad educativa: docentes, alumnos y padres. Estoy convencida que el proyecto de escuela de gestión social, no podría llevarse adelante si fuese encarado como un negocio”.

La educación brindada por escuelas de este tipo, está contemplada en la Ley de Educación Nacional, vigente desde el año 2006, dándole entidad a las experiencias que se venían multiplicando en el país. El artículo 13 de la norma, deja expreso su reconocimiento por parte del Estado Nacional y de las Provincias, a las escuelas de gestión social y cooperativa. Aun así, Córdoba nunca adhirió a la ley, de manera que no está contemplado ningún apoyo o estímulo por parte del Estado Provincial, como podría ser el que reciben muchos establecimientos de gestión privada, con subsidios parciales o totales para el pago de sueldos docentes. Resulta algo contradictorio que no contemple a la educación de gestión social, pero sí la reconoce a través de un mecanismo, que permite, al finalizar el último año del nivel primario, que los egresados rindan un examen que valida y equipara su nivel de instrucción con el de otro alumno de la escuela tradicional.

El modelo más emblemático, y que sirvió de inspiración para la gente de La Semilla, es la Escuela Cooperativa Olga Cossettini, en Capilla del Monte, que lleva más de veinte años trabajando en la formación de los niños bajo este proyecto innovador.

Aunque las legislaciones provinciales deben mejorar o subordinarse a las leyes nacionales, hay distritos que parecen todavía no haber observado la expansión de este modelo, nacido precisamente de la sociedad civil organizada.

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