Escribe Eduardo Ingaramo (*)

La comunidad científica en cooperación, ha producido el más formidable avance que permitió contar con diseños de test, terapias y vacunas eficaces y seguras en 10 meses desde el inicio de la pandemia. Convertidas en tecnologías –con patentes y propietarios- en donde se aplica la competencia y sus peores prácticas, se ha dificultado la producción y comercialización. Los problemas geopolíticos, donde la competencia es inclusive más fratricida, ha empeorado aún más las cosas, dejando a unos pocos países como beneficiarios excluyentes, a unos pocos luchando y sometiéndose a esos arbitrios competitivos y a la mayoría de países sin vacunas.

Lo afirmado en el párrafo inicial, es verificable en miles de informaciones que circulan por medios y redes sociales.

En efecto, los sistemas científicos en su inmensa mayoría financiados por los Estados –EEUU, UE, Rusia, China, nuestro Conicet, etc.- mostraron una capacidad de reacción impensable hasta hace pocos años.

Todas las previsiones iniciales auguraban vacunas “para dentro de dos años o más”, pero eso no ocurrió y por el contrario, la cooperación científica internacional logró lo que era impensable.

Pero tener un diseño de vacunas eficaces y seguras, no es lo mismo que tenerlas para ser administradas a la población, y entonces casi todos ellos transfirieron su conocimientos a empresas que se encargaron de registrar las patentes a escala global y a partir de allí operaron, como casi siempre hacen los laboratorios.

Así vemos, que al tratar de maximizar venden primero a quienes pueden pagar más y luego al resto en la medida de su capacidad financiera. Sólo el mecanismo Covax de la OMS, intenta menguar tan injusto desequilibrio.

También ha sido visible la influencia de algunos laboratorios en campañas de desprestigio de vacunas desde algunos medios, por su procedencia –Sputnik V de Rusia, Sinovac y Coronavac de China, etc.- o con fake news –especialmente Oxford-Astrazeneca-Biontech que es la más barata- en donde se le atribuían problemas que a poco de investigar fueron descartados como tales.

Pero como para producir vacunas hace falta algo más que su diseño, algunos insumos –frascos, filtros, dosificadores, etc.- son acaparados aumentando su costo a niveles estratosféricos.

Como si ya no fuera suficiente, la geopolítica metió la cola, y entonces EEUU –Moderna, Pfizer, Jansen o Jhonson & Jhonson- acaparó toda su producción “hasta completar la vacunación de toda su población”, y no permitió exportaciones, al igual que el Reino Unido, ni siquiera de las que no tiene aprobadas, como Astrazeneca.

Efectivamente, las cifras conocidas indican que de los países con producción de vacunas, EEUU y Reino Unido no han exportado ni una, mientras que la UE, Rusia, China e India han exportado aproximadamente la mitad de su producción, aún contra el reclamo de algunos de sus ciudadanos.

Será bueno recordar esta actitud de las mecas angloparlantes, cuando millones de miembros de los equipos de salud, personas ancianas y vulnerables del mundo todavía no están vacunados, mientras que ellos vacunan a los mayores de 30 o 40.

En Argentina, también será bueno recordar que Pfizer hizo su mayor ensayo de fase 3 en el país, al que luego exigió cláusulas inaceptables o fuera de la ley en su contrato –al igual que en toda Latinoamérica-, y que EEUU tiene retenidas 20 millones de dosis de Astrazeneca producidas en su territorio, que no tiene aprobada para administrar, pero que podrían distribuirse en Latinoamérica y especialmente en México y Argentina –donde se produjo el principio activo-.

Lo más ridículo de todo, es que las mutaciones que pueden hacer inútiles las vacunas aplicadas, se dan en países donde hubo o hay gran cantidad de contagios, por lo que la pandemia no culminará, ni siquiera para los países que acaparan vacunas, si eso no se detiene.

Una demostración más que la competencia empresarial o geopolítica, es un balazo en el pie de la humanidad.

(*) Investigador y Presidente de la Comisión Asesora de Organizaciones Sociales en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba. 

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