Escribe Alberto Chichilnitzky (*)

En las últimas colaboraciones que he escrito para este medio me concentré especialmente en la situación económica y financiera, con el foco puesto en el sector de las entidades de la Economía Social y Solidaria (EESS). En esta ocasión continuaré compartiendo con ustedes algunas reflexiones personales sobre este tema pero volveré sobre otros asuntos que no son menos importantes para el sector para preguntarnos: ¿Qué tan bien organizados y preparados estamos para el escenario de 2022?

Se estima que 2021 finalizará con un crecimiento que se sitúa alrededor del 10 % con un dato que no es menor: el grueso de los bloques industriales está creciendo, y aunque las cifras varían de un sector a otro, la línea general es ascendente y esto se refleja también en un progresivo aumento del empleo. En este contexto, se espera que 2022 tome parte del arrastre de este año y a su vez continúe la expansión previéndose que el producto interno bruto (PIB) crecerá aproximadamente un 4 %. Este dato no es menor porque si tomamos el PIB de 2020 que se situó en aproximadamente U$S 400.000 millones, cada punto de crecimiento del producto significa la friolera de U$S 4.000 más “en la calle”. Traduciendo esto a pesos, significa que habiendo tanto más dinero circulando, con un empleo en aumento y con declaraciones del gobierno nacional en el sentido de que se tenderá a que los salarios y las jubilaciones crezcan por encima de la inflación, claramente se incrementará el consumo que en nuestro país explica algo más del 80 % del PIB.

Es en este punto donde las EESS entran a jugar un rol fundamental, máxime considerando que aunque las asistencias crediticias del sector financiero al sector privado subieron, persisten las situaciones que venimos comentando desde hace bastante tiempo en el sentido que en la Argentina el crédito es escaso y generalmente caro.

Decíamos que las EESS están llamadas a desempeñar un rol importante especialmente en lo que hace al otorgamiento de ayudas económicas a individuos y a empresas, con la particular característica del sector de trabajar “en el territorio”. Ahora bien ¿Qué tan preparadas están las entidades para afrontar un crecimiento sostenido? Y no me refiero exclusivamente a la situación patrimonial, económica y financiera, sino a su organización, sus procesos y la tecnología informática que utilizan.

Está claro que el mercado brinda una gran oportunidad pero hay que tener en cuenta que también existen amenazas como las Fintech, que mediante la utilización intensiva de la tecnología, llega a todos los sitios. Es sabido que las tasas que cobran son elevadísimas pero, ante la necesidad de contar con un financiamiento, el público en general toma estos créditos que son realmente usurarios sin reparar en la tasa que le están comprando, centrando todo su análisis en ver si pueden pagar el monto de la cuota.

Justamente en este punto es donde radica una de las fortalezas del sector, basado en los principios mutualistas y cooperativistas que guían a las EESS y que tienen un alto grado de fidelidad por parte de sus asociados. Pero aún al día de hoy, escuchamos a consejeros decir “esto no es para nosotros”, “a nosotros nos conocen desde hace añares y nunca nos van a dejar de lado… nuestro principal valor está en cómo atendemos al socio en todo momento”. Estas afirmaciones son ciertas, pero en un momento como el actual, no se trata de dejar de lado lo que se venía haciendo sino de complementarlos con los elementos que son de esta época y no de otra. Parafraseando a Confucio, tenemos que entender “el signo de los tiempos”.

¿Y qué nos dice este tiempo que nos toca vivir? Que la pandemia cambió muchísimo nuestras vidas y nuestras costumbres, y que si bien muchos logramos sobreadaptarnos a esta situación, otros no han podido asimilarse a esta nueva realidad. El emergente tal vez más significativo de este tiempo es que, producto de la pandemia, la tecnología irrumpió en todas las actividades. El asado luego de la reunión del consejo se transformó en un zoom, en una reunión virtual.

Así las cosas en este tiempo de cambios que recién se inicia, en donde nuestro teléfono ya no es un teléfono sino una computadora en donde hacemos nuestras operaciones financieras, reservamos una butaca en el cine, tomamos un turno médico y… sacamos préstamos. Las EESS deben decididamente incorporar tecnología y, complementariamente rever cómo están ejecutando al día de hoy sus procesos, qué tan dependientes son aún del papel y el formulario, cómo se asiste especialmente a las personas, personas que están recibiendo en su teléfono múltiples ofertas de préstamos (algunas bastante engañosas…), mientras nosotros le estamos pidiendo que complete varios formularios.

Es entonces un momento para detenerse y echarle una mirada crítica a cómo se están gestionando los procesos de negocio tales como las ayudas económicas, la captación de ahorro, la prestación de servicios varios, el otorgamiento de subsidios, entre otros; y cómo estamos gestionando el soporte del negocio, el encuadre legal y normativo, con la contabilidad, la administración financiera y… la tecnología.

Como pueden observar, son varios los temas para reflexionar y pensar si para este mundo en pleno proceso de cambio que se está conformando en el día a día, estamos bien preparados para lo que viene.

(*) Docente en la Diplomatura en Administración Financiera para Mutuales. Capacitador, auditor, asesor de entidades financieras y miembro de la Comisión Técnica de Financiamiento del INAES.

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